PRESENTACION
Presentación del Foro Patriótico y Popular por el proyecto de ley Nº 3249-D-2005 y otros, presentados en el Congreso Nacional, sobre “Resarcimiento histórico” y otros.

Buenos Aires, 11 de diciembre de 2006

Sres. Diputados de la Comisión de Defensa de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación; Sres. Diputados patrocinantes y adherentes del proyecto Expediente: 3249-D-2005, Publicado en: Trámite Parlamentario Nº 65 Fecha: 02/06/2005;
Sr. Presidente de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación Argentina.


S / D

De nuestra mayor consideración:
Estamos próximos a conmemorar el 25º aniversario de la reconquista patriótica de nuestras Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur (Islas San Pedro), demás archipiélagos australes y mares del Atlántico Sur, de manos del colonialismo británico.
Cómo los Sres. Legisladores y demás autoridades conocen, esa ocupación colonial se extendió desde 1833 hasta 1982, cuando la Argentina (haciendo uso de un derecho incuestionable y reconocido entre las naciones que luchan por su libertad e independencia /1/), reconquistó para su soberanía tierras y mares que le habían sido arrebatados por una potencia imperialista y colonialista, como es el Reino Unido de Gran Bretaña.
Esta es una cuestión cardinal en el debate de la que llamaremos, a partir de ahora, “la cuestión Malvinas”.
Pero antes de avanzar en el análisis que motiva esta declaración, queremos dejar expresa constancia de un hecho que parece, a veces, no ser tenido en cuenta por las distintas autoridades de la Nación, sean estas del ámbito legislativo, ejecutivo, judicial, militar, sindical, empresarial, etc.
La Argentina es un país con parte de su territorio ocupado por una potencia militar colonialista. Es una nación agredida por una potencia “globalizadora”, la misma que hoy, junto a EE.UU. y otras, lleva adelante la ocupación militar de Afganistán e Irak y amenaza la integridad e independencia de muchas otras naciones. Y esa situación genera obligaciones como la que impone la propia Ley de Defensa y su decreto reglamentario 727/2006.
Se trata de una potencia colonialista, una potencia imperialista que mediante su maquinaria militar, mantiene la ocupación colonial de nuestros territorios y mares australes. El Reino Unido de Gran Bretaña, violando todas las resoluciones internacionales /2/ que así se lo indican, sostiene una situación de agresión hacia nuestro país, que es quien ostenta indiscutibles títulos de soberanía sobre esos territorios y mares que la potencia ocupante (Gran Bretaña) mantiene mediante el uso de la fuerza.
Esta cuestión elemental de la realidad argentina en el actual contexto mundial de naciones, parece en muchas ocasiones no ser tenido en cuenta por los distintos estamentos de conducción de los asuntos del Estado argentino.
La admisión de esta realidad reconocible por simple observación, no genera per se una política de Estado en lo referente a la Defensa Nacional (en tanto hipótesis de conflicto al sufrir nuestra Nación una agresión exterior); ni tampoco en los terrenos políticos, diplomáticos, económicos, etc. Pero sí permitiría acertar una correcta política para la “cuestión Malvinas”.
En el mundo actual, no existe salvo en la retórica, igualdad entre las naciones. Existe un puñado de naciones “globalizadoras” y una inmensa mayoría de naciones que las primeras aspiran a “globalizar”. La invasión conjunta de EE.UU. y Gran Bretaña (y otros países) a Afganistán e Irak, (justamente los mismos agresores en 1982 contra la Argentina), es prueba indudable de ello. Más de 650.000 ciudadanos iraquíes han perdido la vida, en la guerra de conquista desatada contra esa Nación y ese pueblo.
La condición de país agredido es relevante porque la potencia ocupante de territorios y mares de indudable soberanía argentina, impulsa para esa porción de suelo patrio un proyecto de secesión; ora usando la fórmula de promover un Estado asociado (ver Constitución de la Unión Europea: Título IV “La asociación de los países y territorios de ultramar”, artículo III-286, donde se sostiene la pertenencia de nuestros territorios y mares australes y sector Antártico como de soberanía británica bajo el paraguas de la Unión Europea) /3/; ora un Estado “independiente” como, por ejemplo, ha difundido el diario nacional “La Nación”, “¿Un Estado Kelper?”, en su edición del domingo 22 /10/ 2006, sección VII, pág. 5.
Por lo tanto: todo aquello que dicen, hacen, legislan, promulgan, etc., las autoridades argentinas en cualquiera de los ámbitos de la efectiva conducción del Estado argentino, tiene incidencia directa en el conflicto que el Reino Unido de Gran Bretaña nos impuso, primero, desde 1833 hasta el 2 de abril de 1982, y desde el 14 de junio de 1982 a la fecha.
La potencia agresora, el Reino Unido de Gran Bretaña, mantiene el ejercicio efectivo de la soberanía en aquellos territorios y mares, consolidado luego de la derrota militar en la Batalla de Malvinas por las gravísimas concesiones que el gobierno del Dr. Carlos Menem y la gestiones de sus Ministros de Relaciones Exteriores, Dres. Domingo Felipe Cavallo y Guido Di Tella, hicieron mediante los llamados “Acuerdos de Madrid”, el “Tratado de Londres” de 1989 y 1990, (ver “Los Tratados de paz por la guerra de las Malvinas”, del Dr. Julio C. González, Edición “El Copista”), y todos los acuerdos económicos firmados entre 1992, 1995, 1998. Señalemos de paso que todos estos instrumentos jurídicos se hayan plenamente vigentes, evidenciando una continuidad esencial con las políticas de la llamada década del ’90, en lo que respecta a la “cuestión Malvinas”.
No es de desatender esta cuestión: la importancia que deberían prestar nuestras máximas autoridades en cualquiera de las esferas que les toque actuar, vinculada a la “cuestión Malvinas”, debe además incorporar otro elemento que también parece muchas veces ignorado. El ilustre patriota Coronel Francisco Javier de Guernica, en sus memorables trabajos sobre la Defensa Nacional, señaló oportunamente: que la ocupación militar por parte de una potencia “globalizadora” de nuestras Islas Malvinas, era como una “pistola amartillada”, apuntando al corazón continental de la Argentina. Y que por lo tanto, el peligro de secesión territorial no sólo se cernía sobre aquellos territorios y mares efectivamente ocupados por la potencia agresora, sino que se extendía al Sector Antártico Argentino y al propio territorio continental.
Observamos muchas veces, dichos, expresiones, actitudes, y/o medidas concretas que se desentienden de estas cuestiones. Baste mencionar solo las declaraciones atribuidas por el periódico británico The Guardian al actual jefe de Estado argentino, y que entendemos nunca fueron debidamente desmentidas, de que la acción militar que devolvió a la soberanía nacional las Islas Malvinas, demás archipiélagos y mares australes, se trató de una “cobarde agresión”, invirtiendo los términos de la ecuación entre un Estado agresor (el Reino Unido de Gran Bretaña) y un país agredido (la República Argentina). Términos que se mantienen inalterables hasta hoy, por la actitud beligerante y colonialista del primero, actitud alentada muchas veces por las medidas dictadas desde el propio Estado agredido, como surge por los “Acuerdos” y “Tratados” establecidos entre el Reino Unido de Gran Bretaña y la Argentina, con posterioridad a la derrota militar del 14 de junio de 1982.

Decisión de recuperar las islas
La recuperación de las Islas Malvinas realizada el 2 de abril de 1982, significó el cese de la usurpación británica que comenzara el 3 de enero de 1833. Ese día la Argentina desalojó de las Malvinas a todas las autoridades británicas y a las fuerzas militares que las respaldaban, reemplazándolas por autoridades argentinas establecidas formalmente ese día y por fuerzas militares que ejercieron el correspondiente control territorial.
Tanto las autoridades coloniales, como los miembros de la fuerza militar británicas fueron evacuados de las islas poco después del mediodía del 2 de abril, y entregados a la embajadora de su país en Montevideo alrededor de las once de la noche del mismo día, para evidenciar así que dichos símbolos, y a la vez instrumentos del control británico en el archipiélago, habían cesado en sus funciones.
Al día siguiente se ejecutó en el archipiélago de Georgias del Sur una acción similar contra tropas británicas enviadas allí desde las Malvinas, las que fueron rendidas y desalojadas antes de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas emitiera su Resolución 502 que exigía tanto a la Argentina como a Gran Bretaña “la cesación inmediata de las hostilidades.” Debe tenerse en cuenta que en las Georgias no había autoridades administrativas británicas, sino un destacamento del British Antarctic Survey, que realizaba actividades científicas. Quedó en este archipiélago una muy reducida guarnición.
Mientras tanto, las tropas argentinas que habían ejecutado la operación de recuperación de las Malvinas comenzaron su repliegue al continente poco después de las 14 horas del día del desembarco, siendo conocido que muchos de sus integrantes durmieron en sus casas en Mar del Plata, Punta Alta y Puerto Belgrano en la misma noche de ese 2 de abril. A las 15 horas del 3 de abril no quedaban en las Malvinas tropas de la Fuerza de Desembarco. El último vuelo de regreso al continente se efectuó al anochecer del 3 de abril, debido a que el avión que tenía que transportar a los últimos integrantes del Estado Mayor de la Fuerza de Desembarco, incluido su Comandante, sufrió una avería menor que debió ser reparada antes del vuelo. El día 4 de abril, antes del medio día, todo el personal que había intervenido en la recuperación de las Malvinas estaba de regreso en sus alojamientos normales.
A partir del 2 de abril la Argentina ejerció la administración y el control de las islas en forma normal.
Las acciones militares británicas posteriores, que terminaron recuperando el 14 de junio los archipiélagos para Gran Bretaña, fueron una operación militar colonialista ejecutada en violación de la mencionada Resolución 502 del Consejo de Seguridad. La actual posesión territorial británica, no puede considerarse, de ninguna manera, como una continuidad de la posesión que detentaron desde 1833, sino que comienza ese día 14 de junio de 1982. Hubo un período de administración argentina entre el 2 de abril y el 14 de junio. Este es un hecho que no se debe olvidar. 

La cuestión Malvinas
Un tema central en el debate de la “cuestión Malvinas”, es la que se refiere al carácter de la guerra. Este debate, clave para comprender los acontecimientos que se desencadenaron entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982, debe ser debidamente atendido para evitar errores irreparables para los intereses de la Nación Argentina.
Desde el surgimiento de países opresores y países oprimidos, países colonialistas y países sometidos, toda guerra que oponga a los primeros contra los segundos, independientemente de quien gobierne estos últimos y de quien haya iniciado las acciones, es una guerra justa.
Los Sres. Legisladores patrocinantes y adherentes del proyecto de Ley Nº 3249 entre otros, dejan debida constancia de esto cuando señalan: “Art. 3º – Establécese un resarcimiento histórico de los ex soldados conscriptos combatientes de Malvinas en virtud de haber luchado con dignidad y honor en la defensa de la soberanía nacional, una reparación moral de carácter económico”. (El subrayado es nuestro). Y en los fundamentos dice: “Jóvenes que en la mayoría de los casos se destacaron por su valentía y coraje y fundamentalmente por su dignidad en la defensa de la soberanía nacional”. (El subrayado es nuestro).
Es decir que los Sres. Legisladores patrocinantes y adherentes, caracterizan la guerra Nacional de Malvinas como una acción militar por “la defensa de la soberanía nacional (art. Nº 3), y al referirse al protagonismo de los soldados combatientes lo hacen vinculado a la “defensa de la soberanía nacional”. Surge sin duda que se trató de una guerra defensiva y una guerra por la defensa de la soberanía, lo que despeja toda duda en cuanto a la justeza de la misma, en lo que refiere a su cometido esencial: enfrentar una agresión contra nuestra soberanía de parte de un Estado colonialista, un Estado imperialista. La Constitución Nacional, en sus “Disposiciones transitorias” dice: “La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del derecho internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.
Este argumento meridiano en el debate de la “cuestión Malvinas”, es sin duda la viga maestra por la que deben, necesariamente, deslizarse todos los argumentos vinculados a derechos de ex combatientes y Veteranos de la Guerra Nacional de Malvinas, sean estos soldados, suboficiales, oficiales o civiles voluntarios, que arriesgaron su vida en el combate señalado.

La importancia de los archipiélagos australes
Las Islas Malvinas siguen siendo hoy un punto estratégico desde el punto de vista internacional y para los intereses argentinos y latinoamericanos.
En 1991, un historiador inglés declaró hablando de la Guerra de Malvinas: “... creo que tuvo efectos positivos sobre los Estados Unidos, porque le permitió superar los complejos de Vietnam, Watergate y las derrotas ante la URSS en África. Malvinas fue parte de algo que se hizo en Granada, Panamá, y en el raíd a Libia. Eso permitió que se llegase al Golfo como se llegó. Y eso comenzó en Malvinas”.
De acuerdo a las propias palabras del historiador Paul Johnson, Malvinas preanunció cambios, en relación a la Guerra, y tendencias, en dirección hacia la nueva situación estratégica que iba a decantar, años más tarde, con la caída del muro de Berlín y la implosión en la URSS. En lo que hace a la Guerra, esos cambios se van a manifestar, descarnadamente, en Afganistán e Irak, con la introducción de nuevas tecnologías y tácticas que llevaron a la fumigación de esos países del Tercer Mundo con bombas de todo tipo y su posterior ocupación militar. Agresión con guerra rápida, para evitar el empantanamiento, para evitar otro Vietnam.
Transcurridos tantos años se ve claramente que en esa guerra fuimos parte de los países oprimidos a los que agreden sin justicia las grandes potencias. Y que Malvinas, Afganistán e Irak están unidos por un hilo conductor evidente que ha ayudado a muchos jóvenes de hoy a comprender la causa malvinera. La Guerra de Malvinas fue una guerra justa como lo es la resistencia iraquí ante la ocupación de EE.UU., Inglaterra y sus aliados.
La guerra de Malvinas se produjo en una zona de disputa vital para los dispositivos de dominio mundial de cualquier potencia “globalizadora”, especialmente de aquellas con capacidad militar excepcional o sus asociados, como es el caso del Reino Unido de Gran Bretaña y EE.UU.
Por la vía del Atlántico Sur, en la década del ´80 cuando Gran Bretaña desencadenó su agresión contra nuestro país, pasaban unos 36.000 buques al año, una parte de los cuales transportaban 240 millones de toneladas de petróleo. El 50 % de ese petróleo iba a Europa y el 20% a Estados Unidos. Pasaban, también, materiales críticos que provenían de África, como cromo, cobalto, diamantes, manganeso, vanadio. Muchos analistas consideran a esta zona la yugular económica de Occidente. Hay allí, además, riquezas petroleras (ahora confirmadas en Malvinas) que, se dice, son superiores a las que existen en el Mar del Norte y enormes reservas minerales en la forma de nódulos polimetálicos.
Para entender por qué se disputaba por las vías marítimas y las confluencias bioceánicas en los prolegómenos de la Guerra de 1982, es importante remontarse a años anteriores. Hacia 1869, los franceses construyeron el Canal de Suez, que luego fue controlado por franceses e ingleses. En 1904, en una operación imperialista, EE.UU. consiguió la concesión de la zona donde construyó el Canal de Panamá en 1914. En el período que va entre las dos guerras mundiales, Inglaterra avanzó hacia el Atlántico, profundizando su dominación sobre Brasil, Paraguay, Uruguay y la Argentina. Por su parte, EE.UU. avanzó sobre el Pacífico, llegando casi al norte de Chile (Chile tenía relación de dependencia tanto de los ingleses como de los alemanes).
Terminada la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. emergió de ella como primera potencia mundial y se adueñó de bases en Filipinas, que le permitieron controlar otro pasaje importante, el Estrecho de Malaca, que es la comunicación entre los océanos Índico y Pacífico. Obtuvo, además, una base en Sudáfrica, tenía una base en la Isla de Ascensión (cerca del límite norte del Atlántico Sur), otra en la isla Diego García (en pleno Océano Índico). Estas bases eran —y son— muy importantes para Inglaterra y EE.UU. Con ellas junto con Malvinas se puede controlar las confluencias Indico- Atlántico y Atlántico-Pacífico. (La de Diego García se utilizó en la Guerra del Golfo).
En 1949, ya terminada la Segunda Guerra Mundial, se produjo el triunfo de revoluciones socialistas en el este de Europa. En 1947 se independizó la India, en 1949 triunfó la Revolución China, en 1952 Egipto logró la independencia, y entre el ‘50 y el ‘60 se produjo un amplio movimiento anticolonialista que conquistó la independencia de numerosos países de África y Asia, lo que dio lugar a un amplio Movimiento de Países del Tercer Mundo.
La OTAN afirma llegar, en la letra de sus tratados, hasta el Trópico de Cáncer, pero siempre tuvo la intención de considerar que sus intereses estratégicos excedían ese límite. Por ejemplo, el artículo 32 del primer capítulo de su Carta Moral dice: “La OTAN no debe olvidar que la influencia de los intereses de sus miembros no se limita únicamente a la zona de aplicación del Tratado y que acontecimientos externos a esa zona afectan gravemente los intereses colectivos de la comunidad atlántica. En todo su esfuerzo por mejorar las relaciones entre sí y reforzar su unidad, los países miembros deben, por otro lado, también unirse en el sentido de armonizar sus políticas con otras partes del mundo”. Esto explica por qué intervino en Malvinas como lo hizo.
Hasta el año 1955, la URSS tenía una Marina de carácter defensivo, de escaso desarrollo. A partir de 1955, aparecieron modificaciones en las características de su Marina. Asumió, en 1956, quien iba a ser por muchos años el jefe de la misma, el Almirante Sergey Gorshkov. En el año ’58, la marina soviética empezó a recalar en un puerto de Yemen. Después, participó en la guerra entre Yemen del Norte y Yemen del Sur, poniéndose del lado de Yemen del Sur. Los beneficios que obtuvo le dieron el control de una porción del oeste del Mar Rojo y del Golfo de Adén, que es el pasaje obligado hacia el Canal de Suez.
En 1962, el ya nombrado Almirante Gorshkov afirmó: “La Marina soviética debe estar preparada para asegurar la protección de los intereses de nuestro Estado en todo momento y en cualquier punto del globo”. Otros documentos de 1967 dicen: “La Armada soviética se ha convertido literalmente en una fuerza armada ofensiva de gran radio de acción, capaz de ejercer una influencia decisiva durante un conflicto armado en el campo de operaciones militares de gran envergadura y está en condiciones de respaldar al Estado en el mar en tiempos de paz. La interceptación de las líneas de comunicación oceánica, arterias especiales que alimentan las potencias militares y económicas de los países imperialistas agresivos, ha seguido siendo una de las misiones de la Marina de Guerra”.
¿A dónde apuntaban todas estas declaraciones, sobre todo cuando se refieren a “la interceptación de las líneas de comunicación oceánica, arterias especiales que alimentan las potencias militares y económicas” de los países imperialistas rivales? Veamos como funcionaban esas líneas de comunicación para Occidente:
El petróleo que salía del Medio Oriente tenía dos rutas posibles. Una era por el Mar Rojo y el Canal de Suez para llegar al Mediterráneo. La otra era por el sur, atravesando el Índico, el Estrecho de Mozambique y, por el extremo sur de África, por Sudáfrica, ingresar al Atlántico. Pero la Guerra de 1967, entre Israel y los países árabes, había demostrado que era muy frágil el Canal de Suez, que debió permanecer cerrado por mucho tiempo. Por otra parte, el petróleo, en ese entonces, ya se transportaba en petroleros de más de 100.000 toneladas que no podían pasar por el canal. El Canal de Panamá también se había demostrado frágil. Por lo tanto, eran claves estas rutas interoceánicas; y en consecuencia, la confluencia de los océanos, el Atlántico y el Pacífico y el Atlántico y el Índico, eran puntos estratégicos. La política de la URSS apuntaba a dominar esas líneas marítimas. Por su lado, EE.UU., “una fortaleza entre dos océanos”, necesitaba controlar esos pasos de comunicación interoceánica
Otro problema a considerar, en relación a la URSS, es que una parte del año no tenía puertos en su territorio porque se congelan sus mares; por lo tanto, al globalizar su estrategia marítima, necesitaba puertos en todas las zonas decisivas, lo que incluía al Atlántico Sur.
Occidente tenía un alta dependencia de lo que pasaba por el Atlántico Sur. No sólo del petróleo, también de minerales estratégicos como cromo, manganeso, platino, etc. Europa también era sensiblemente dependiente de lo que pasara por esa región. Por lo tanto lo que había, en el momento en que se desarrolla el conflicto del Atlántico Sur, era una disputa por la hegemonía entre las dos superpotencias.
Si los soviéticos controlaban la vía de Atlántico Sur creaban las condiciones para uno de sus objetivos en ese entonces, que era lo que ellos llamaban “neutralizar” a Europa. Es decir, obligar a Europa a separarse de la OTAN, a “independizarse” del paraguas nuclear norteamericano, dejándola bajo la amenaza nuclear y convencional de la URSS. De tal manera, la “asociación” de los rusos con los europeos le daría la hegemonía a los soviéticos, en su enfrentamiento con la otra superpotencia. Ese era el objetivo central del desarrollo de esa flota ofensiva, de toda la búsqueda del control de las líneas marítimas, y la importancia estratégica que le asignaban al Atlántico Sur.
Por lo tanto, no era cierto lo que algunos, en esa época afirmaban: que el Atlántico Sur había perdido importancia. Seguía siendo una zona estratégica. Y sigue siéndolo.
En el contexto mundial actual, uno de cuyas características es la acentuada disputa por el petróleo, las Islas Malvinas han adquirido una mayor importancia económica al existir serios elementos para considerar que los ingleses habrían descubierto petróleo dentro del archipiélago. Además, con nuevas particularidades, siguen teniendo importancia estratégica. No sólo por las riquezas petroleras y minerales del Atlántico Sur sino, además, porque son una de las llaves del control de la confluencia Atlántico – Pacífico. Esta confluencia ha sido revalorizada en el Documento Santa Fe IV (del grupo Bush), donde se ubica entre “los principales elementos geoestratégicos que siguen siendo importantes para la seguridad nacional de EE.UU. (…) una ruta sureña segura alrededor del Cabo de Hornos”.
Además, señalamos que el Reino Unido sabe bien que es lo que busca y quiere, ya que mediante sucesivos actos unilaterales ha extendido progresivamente su jurisdicción a áreas marítimas adyacentes a las Islas Malvinas. Como resultado de estas medidas en materia pesquera, extendió su jurisdicción de 210.000 km2 a 1.650.000 km2; y en materia de recursos de lechos submarinos la extensión ha sido de 0 (cero) a 1.650.000 km2, pudiendo la misma continuar ampliándose hacia el Este, Norte y Sur, en virtud del derecho del mar vigente. Estas magnitudes no incluyen el llamado Territorio Antártico Británico que de acuerdo con otras proclamas británicas abarcan 1.500.000 km2 aproximadamente de territorio emergido, y cuyas proyecciones en materia de jurisdicción marítima serían de 2.300.000 km2 adicionales.
Tras haber extendido su jurisdicción marítima hasta el límite de las 200 millas marinas tanto alrededor de las Islas Malvinas como de las Islas Georgias del Sur y Sándwich del Sur, el Reino Unido ha iniciado el camino de nuevas proyecciones expansivas, en particular en la denominada área adyacente, basándose en el acuerdo de Nueva York de 1995 sobre especies transzonales y altamente migratorias.
Otro paso probable en un futuro próximo es la extensión de la plataforma continental de las Islas Malvinas hacia el Oeste el Norte y el Sur hasta un máximo permitido por el Art. 76 de la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Ello determinaría la incorporación de una muy vasta área de lecho y subsuelo que podría unirse a la plataforma continental de las Islas Georgias del Sur configurando así un enorme espacio marítimo ininterrumpido que se expandiría desde las proximidades de las costas patagónicas hasta 200 millas al Este del archipiélago de las Islas Sándwich del Sur.

El TOM, el TOAS y el TOS en la batalla de Malvinas
No es ánimo de quienes este documento hacemos llegar a los Sres. Legisladores patrocinantes y adherentes de los distintos proyectos de Leyes que procuran un reconocimiento a los ex combatientes, desarrollar en su amplitud la cuestión propia del combate contra el Reino Unido de Gran Bretaña. Las consideraciones sobre el desarrollo del combate merecerían otras consideraciones, dada las profundas críticas que los propios ex combatientes y veteranos de Malvinas han realizado por los gravísimos errores políticos y militares cometidos por la conducción del conflicto. Sin incursionar en este tema, deseamos, sí, reiterar algunas consideraciones sobre hechos que por conocidos, no parecen comprenderse con acierto.
El TOM (Teatro de Operaciones Malvinas) se extendió del 2 al 7 de abril de 1982, día en que es desactivado. Fue el Teatro de Operaciones en el que se desarrolló la reconquista de las islas Malvinas, otros archipiélagos y mares australes.
El mismo 7 de abril, entra en vigor el TOAS, Teatro de Operaciones del Atlántico Sur, que absorbe al TOM (ver Decreto “S” 700/82 y complementos). Es en el TOAS donde se desarrollan todas las acciones de defensa de la soberanía en las distintas esferas de la guerra.
En febrero de 2005, cuando el Gobierno Nacional a través del ministerio de Defensa y de la Jefatura del Estado Mayor de la Armada, emitió dos resoluciones de fecha 29/11/04, por las cuales modificaba la condición de Veteranos de la guerra de Malvinas a personal de ese arma, señalamos que: “Según las autoridades del gobierno nacional entre el 4 y el 29 de abril de 1982 no hubo “situación de riesgo” (eufemismo para no utilizar la palabra “guerra”). Sería la primera vez en la historia militar que un país agredido por un potencia colonialista, con presencia militar efectiva en sus territorios, dice que esa presencia militar agresora no implicó riesgo alguno (acciones de guerra). ¿Esos días las fuerzas militares británicas estaban en una excursión turística? “Un argumento a la medida de las necesidades británicas”. Periódico Nº 3 del Foro Patriótico y Popular, febrero de 2005.
A partir del 21 de abril los británicos comenzaron sus operaciones en tierra en las islas Georgias, violando la Resolución 502 del Consejo de Seguridad. Esta circunstancia no pudo ser ignorada por el General Haig, que por esos días hacía sus acusaciones a la Argentina de no acatar el llamado del mencionado Consejo de Seguridad.
Y posteriormente, cuando desde ámbitos oficiales y no oficiales, se hablaba de la necesidad de “depurar” el padrón de Veteranos de Guerra y que esa sería una medida indispensable para luego otorgar el “resarcimiento histórico” —un beneficio económico por los años en que el Estado abandonó a los veteranos de guerra— a quienes el gobierno nacional consideraría lo merecen por haber participado del esfuerzo bélico contra la agresión colonialista británica, dijimos:
“No se trata entonces de alcanzar la supuesta “depuración”, sino de explicar con claridad de quiénes y por qué se duda de la condición de Veteranos de la guerra nacional de Malvinas o se cree que no la merecen, a partir de las acciones que se libraron entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982.
Es sabido que hasta el 7 de abril de 1982, el conflicto, desde la óptica argentina, se desarrolló en el TOM (Teatro de Operaciones Malvinas); y que a partir del 7 de abril hasta el 14 de junio de 1982, lo fue en el TOAS (Teatro de Operaciones del Atlántico Sur). En tanto el TOS (Teatro de Operaciones Sur) estaba referido a la parte continental.
Se conoce con precisión el número de hombres comprometidos con el TOAS (algo más de 22.000), por lo que se debe ser muy preciso al explicar a qué se refiere con la “depuración” del padrón de Veteranos.
Si la supuesta “depuración” en realidad encubre la voluntad de negar, (en los hechos) el TOAS, de minimizar por enésima vez los alcances reales del enfrentamiento con el colonialismo británico, puede ocurrir que se cometa un nuevo atropello, como ocurrió con la resolución por la cual se dio de baja a más de 500 veteranos de guerra. En ella, el gobierno nacional a través de la conducción de una de las Fuerzas, quiso introducir el estado “no bélico”, entre el 4 y el 30 de abril de 1982, un argumento insostenible desde todo punto de vista. Por eso, finalmente, a pocos días de emitida la resolución debió dar marcha atrás, devolviéndole a los damnificados su condición de veteranos de guerra.
Agreguemos que la supuesta necesidad de “depurar” el padrón introduce un falso eje de discusión (grato a los intereses desmalvinizadores, particularmente los intereses británicos) en torno a la cuestión Malvinas. Ya no se trata de la justeza [justicia] de la guerra contra la agresión colonialista británica, el desarrollo del conflicto, la continuidad del reclamo y el tratamiento digno a todos los que defendieron la nación en aquella contienda.
Se “instala” como debate central que hay verdaderos y falsos veteranos de guerra, y se intenta contraponer a quienes libraron acciones de guerra directas con quienes cumplieron otras funciones, igualmente necesarias, para el desarrollo de la guerra.
Si se trata de irregularidades, no le será muy difícil al gobierno precisar el origen de las mismas, porque teniendo como punto de partida el TOAS, el gobierno nacional a través de su Ministerio de Defensa, puede descubrir cualquier irregularidad por encima de esos 22.000 hombres implicados en el esfuerzo bélico.
E incluso, si se tratara de personas que efectivamente no tuvieron ninguna participación en el desarrollo de la Guerra Nacional de Malvinas, tampoco le será difícil al gobierno nacional descubrir esta infamia, dado que solo puede haber sido llevada a cabo de la mano de los gobiernos desmalvinizadores y quienes cumplieron funciones públicas por entonces, desde el último turno del “Proceso” hasta nuestros días.
Si lo que se trata es de contraponer el papel que jugaron unos veteranos al de otros con responsabilidades distintas en la guerra, sería un grave error.
El colonialismo británico, en reconocimiento a su Task Force (la fuerza de ocupación británica), otorgó algo más de 29.000 condecoraciones para todos los hombres comprometidos en su teatro de operaciones, que abarcó desde la Isla Ascensión hasta Georgias.
Si se está dispuesto a reconocer el esfuerzo de quienes defendieron la patria (en las distintas esferas de la guerra), debe en primer lugar, reconocerse el alcance de esa defensa que cristalizó en el TOAS (atendiendo también a los casos puntuales de quienes debieron actuar por fuera del TOAS y dentro del TOS), y en segundo lugar garantizar el trato digno y acorde a quienes estuvieron involucrados en aquellos históricos acontecimientos.
A partir de esto, es exclusiva responsabilidad del gobierno decidir qué beneficio económico, a quienes desea otorgarlo y por qué, sin mancillar la condición de veterano de la guerra nacional de Malvinas ni menospreciar el esfuerzo bélico argentino”. Periódico Nº 4 del Foro Patriótico y Popular, Marzo de 2005.
Esto, que parece trivial, no lo es desde el punto de vista de la defensa de los derechos soberanos en territorios y mares australes. La valoración correcta de los alcances en tiempo y forma del TOM, TOAS y TOS es una exigencia indudable frente a la argumentación británica sobre los antecedentes, desarrollo y fines de la Batalla por las Malvinas.
Esta cuestión está profundamente vinculada a la reparación moral que todos los involucrados en la Guerra Nacional de Malvinas esperan desde hace casi 25 años.
En la Batalla por las Malvinas participaron varios miles de hombres, y en ella murieron, —como bien se señala en el proyecto Nº 3249 y otros—, 649 ciudadanos. Allí, 288 conscriptos (102 pertenecientes al Crucero Gral. Belgrano), 18 civiles voluntarios y 343 cuadros (entre suboficiales y oficiales) ofrendaron la vida en defensa de la soberanía nacional, como señala el proyecto de ley mencionado y otros. (Total de caídos: FF.AA. y Seg. – Oficiales: 60; FF.AA. y Seg. – SubOf. y Marin. Esp.: 283; FF.AA. y Seg. – Conscriptos: 288; Civiles – M. Merc. – Oficiales: 5; Civiles – M. Merc. – SubOf. y Mar. Esp.: 13. Datos oficiales).
Los 649 muertos lucharon “con dignidad y honor”, no habiendo la menor duda de ello en el corazón del pueblo argentino. Las armas que terminaron con sus vidas fueron inglesas, asistidas por EE.UU. y consentidas por las demás potencias mundiales. Ellos son el contingente de héroes muertos al que las autoridades argentinas aún le deben un profundo y verdadero homenaje; los otros miles son el contingente de héroes vivos, que debería ser reivindicado, protegido y apreciado.
La reparación moral no debe ser contrapuesta a la reparación económica. Y esta última surge no del hecho de haber defendido la soberanía nacional, obligación que la Constitución Nacional impone al señalar que: “Todo ciudadano argentino está obligado a armarse en defensa de la patria y de esta Constitución, conforme a las leyes que al efecto dicte el Congreso y a los decretos del Ejecutivo nacional” (en aquel entonces mediante el sistema de Servicio Militar Obligatorio), sino del hecho de que los sucesivos gobiernos posteriores a la derrota del 14 de junio (el último turno dictatorial de Bignone, y los gobiernos constitucionales que les sucedieron), abandonaron a su suerte a los miles de ex combatientes y veteranos de la Guerra Nacional de Malvinas.
Los diversos gobiernos a partir del 14 de junio de 1982, aplicaron una política de desmalvinización condensada en el abandono a los ex combatientes y veteranos de guerra, su desprotección, y en la firma de los “Acuerdos de Madrid”, el “Tratado de Londres”, todos los acuerdos económicos y de pesca suscriptos entre la potencia ocupante y la Argentina, todos ellos plenamente vigentes, y en la Ley Nº 24.184 de protección a las inversiones británicas. El Estado argentino no abonó durante 8 años ninguna pensión de guerra, derecho reconocido internacionalmente. Esta es la reparación económica que debe saldar el Estado argentino y que parecería es la voluntad de los actuales legisladores de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, si bien parcial, ya que no estarían considerando a todos los intervinientes reconocidos.

Víctimas de un Estado autoritario y acuerdos internacionales sobre derechos humanos
En el mencionado proyecto se señala que los soldados conscriptos fueron víctimas del “Estado autoritario”. Esta mención al “estado autoritario” surge evidentemente de los acontecimientos originados con el golpe de Estado que derrocó al gobierno constitucional el 24 de marzo de 1976, y que dio lugar a la instauración del régimen dictatorial del llamado “Proceso de Reorganización Nacional”, responsable de enormes violaciones a los derechos humanos contra el pueblo argentino.
Sin embargo, es conveniente señalar que el tipo de Estado y gobierno, en aquel caso dictadura, teniendo una importancia mayúscula, no modifican el carácter de la guerra que es el tema en cuestión. Como ocurre en muchos casos en todo el mundo, cuando un país oprimido y con parte de su territorio ocupado por una potencia colonialista, es agredido por esta potencia imperialista como fue el caso de Argentina en 1982, toma preeminencia el enfrentamiento entre la nación y el imperialismo y el colonialismo. Esta es la piedra de toque que permite actuar solidariamente con el pueblo y la nación de Afganistán e Irak, sin caer en la trampa que el imperialismo y el colonialismo tienden a los pueblos, apelando a su falsa verborragia democrática, siendo ellos los más brutales violadores de los derechos humanos y los derechos democráticos de naciones y pueblos en todo el mundo. Por otra parte:

1) Del 2 de abril al 14 de junio, soldados, suboficiales, oficiales y civiles argentinos enfrentaron valientemente la agresión británica.
2) En muy difíciles condiciones, —por enfrentar un país empobrecido y saqueado como la Argentina a la tercera potencia militar del mundo asistida por una de las dos superpotencias de entonces (EE.UU.)—, nuestros hombres en tierra, aire y mar libraron duras y heroicas batallas en las que ofrendaron la vida 649 héroes.
3) Producida la recuperación, el pueblo argentino se movilizó multitudinariamente en apoyo a la Guerra Nacional de Malvinas y ganó la solidaridad de los pueblos de Latinoamérica y el Tercer Mundo, porque comprendió que era una guerra justa, como son justas las guerras de cualquier país oprimido como el nuestro contra un país opresor, independientemente de quien la inicie y del carácter del gobierno del país oprimido. Los argentinos nos vimos en una situación semejante a la de 1806 y 1807 con las invasiones inglesas. Independientemente del carácter tiránico del gobierno del virreinato colonial español, el pueblo tuvo claro en ese momento cuál era su enemigo principal, y enfrentó a Inglaterra. Lo mismo ocurrió en 1982. Como enseñó la experiencia histórica, la actitud del pueblo en 1806 y 1807, derrotando las incursiones militares al mando de Beresford y Whitelocke respectivamente, creó mejores condiciones para la lucha por la independencia del dominio colonial español. Así, en 1810, bajo la conducción del Partido de la Independencia, como lo llamó el General Don Manuel Belgrano, aquellos patriotas de la Reconquista y la Defensa de Buenos Aires, depusieron al Virrey español y dieron inicio a la larga guerra por la emancipación continental.
4) En el proyecto de Ley se hace referencia a la imposibilidad de poder decidir de parte de los soldados conscriptos, si participar o no de la lucha por la defensa de la patria y contra el imperialismo, por hallarse incorporados a las FF.AA. de acuerdo a la ley vigente entonces mediante el servicio militar obligatorio. Es cierto que en la lucha contra el colonialismo, el imperialismo y por la defensa de la patria siempre es preferible que el pueblo esté habilitado a elegir si desea empuñar o no las armas en dicha lucha. La inmensa mayoría de los soldados conscriptos, suboficiales, oficiales y civiles, eligieron defender la soberanía enfrentando al imperialismo inglés. Cabal ejemplo de ello lo constituyen los civiles, que fueron voluntarios que no dudaron en incorporarse a la lucha activa por la defensa de la patria (18 de ellos, como queda dicho, ofrendaron su vida en la Batalla por Malvinas). También es conveniente recordar que fueron miles los voluntarios de nuestra patria como de todas las naciones de Latinoamérica que se inscribieron para ir al combate contra el imperialismo inglés. La enseñanza histórica de 1806, 1807 y los Ejércitos libertadores que lideraron San Martín, Belgrano, Artigas, Arenales, O’Higgins, Bolívar, etc., e incluso la de la Guerra por las Malvinas, indica que en la lucha contra el colonialismo y el imperialismo, se necesita tanto del impulso de las ideas como el del corazón.
5) En 1982 el pueblo mediante su movilización, conquistó trincheras democráticas de las que ya no podría ser desalojado. Procuró en la medida de sus posibilidades, desplegar el apoyo popular, advirtiendo que era imposible que las FF.AA. pudieran, solitariamente, derrotar a la tercera potencia militar del mundo, apoyada por una de las dos superpotencias de la época: EE.UU. /4/
6) El 14 de junio las fuerzas argentinas fueron derrotadas militarmente en una batalla, pero la Nación Argentina no se rindió ni aceptó el cese del fuego como eran las pretensiones británicas.
7) Al retornar al continente, los combatientes argentinos fueron dispersados, silenciados y humillados: era el inicio del proceso de desmalvinización cuyo cometido principal era borrar de la memoria del pueblo la osadía argentina de atreverse a recuperar lo que le pertenecía.
8) Sobre todos nuestros combatientes se abatió una campaña de desprestigio y la Argentina fue víctima del “castigo infinito” por haber enfrentado a los poderosos del mundo.
9) El 17 de junio de 1982 se produjo un recambio en la cúpula dictatorial que dio inicio al proceso de desmalvinización encabezado por Bignone, al retiro ordenado de la dictadura y la convocatoria a elecciones condicionadas y proscriptivas.
10) El gobierno del Dr. Alfonsín profundizó esa política desmalvinizadora, y fue con el Dr. Menem, como ya señalamos, que ese proceso se completó con los “Acuerdos de Madrid” y el “Tratado de Londres” que fueron, en los hechos, la rendición incondicional ante la potencia ocupante. Otros acuerdos posteriores con Gran Bretaña consolidarían la rendición y la entrega nacional.
11) Hasta la fecha esa situación no ha variado. Gran Bretaña ostenta soberbia su dominio colonial en tierras y mares argentinos.
12) Desde el punto de vista de la cuestión nacional, es muy grave cuando se descalifica a la Guerra Nacional por las Malvinas, en la que miles de militares y civiles enfrentaron con las armas al imperialismo inglés, llamándola “irresponsable”, “insensata”, etc. Se utiliza propaganda destinada a denigrar a nuestros combatientes, se alientan argumentaciones en las que se equipara la actuación de un ejército conquistador, como lo fue la Task Force británica, con actos descalificatorios que oficiales argentinos habrían cometido contra sus propios soldados. De ese modo se termina igualando al imperialismo agresor con el país agredido.
13) Trazar esta línea divisoria entre la defensa patriótica y la agresión imperialista, no invalida la necesidad de hacer justicia con los actos que ofenden a una disciplina patriótica de combate, herencia sanmartiniana y belgraniana. Esos actos son propios de los cursos de la Escuela de las Américas (bastión del ejército agresor norteamericano), o importados de los oficiales franceses (de la guerra colonialista de Francia contra el pueblo de Argelia). La humillación o los maltratos a los soldados, en un ejército patriota, desmoralizan y debilitan a la fuerza propia, por lo que deben ser considerados actos de colaboración con el enemigo, y castigados como tales. El reconocimiento y el mérito que aún se debe a tantos soldados, suboficiales, oficiales y civiles de Malvinas, es tan necesario como el ajuste de cuentas con traidores (que los hubo, sobre todo en la jefatura, y se los sigue ocultando), y los que cometieron delitos contra los veteranos, en el propio teatro de combate.
Finalmente: en los fundamentos, donde dice: “Nuestro país ratificó el Tratado Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la Convención Americana de Derechos Humanos y el Pacto de San José de Costa Rica, con rango constitucional, que le imponen al Estado legislar con los fines de evitar conculcar los derechos humanos y al mismo tiempo garantizar y respetar su uso y goce, como ya lo hizo con anterioridad, por ejemplo, con las leyes 24.411, 24.823, 25.914 y con las víctimas de los atentados a la embajada de Israel y la sede de la AMIA, y las víctimas de los fusilamientos en 1956.”, no aparece vinculable a los hechos ocurridos durante la Guerra Nacional de Malvinas. Si se trata de la agresión colonialista británica, asociada a EE.UU., el Estado argentino tiene múltiples caminos para defenderse de dicha agresión, resolviendo la denuncia de los “Acuerdos de Madrid” y el “Tratado de Londres”, (derecho que le asiste a nuestra nación, para convocar a todos los sectores a un amplio debate sobre la “cuestión Malvinas” y sus vinculantes); la anulación de las leyes de garantía a las inversiones británicas, etc. (Sobre “Puntos Programáticos” para la lucha contra el colonialismo británico, ver Declaración por el Bicentenario de la Reconquista de Buenos Aires, Acto, Plaza de Mayo, 12 de agosto de 2006). /5/
Si se trata de hechos a los que nos referimos en el punto 12), el Estado argentino a través de múltiples procedimientos está en condiciones de actuar en pos de establecer la justicia con todo rigor.
Si la expresión está referida al abandono que todos los ex combatientes y veteranos de la guerra nacional de Malvinas sufrieron como producto de la política desmalvinizadora (verdadera política de Estado aplicada en desmedro de los intereses nacionales y populares desde el 14 de junio de 1982), el Estado argentino está en plenas condiciones para proceder a la reparación moral de todos ellos, como hace ya 25 años esperan de parte de las autoridades argentinas que se suceden en los distintos cargos de la administración nacional. Y a partir de proceder a la reparación moral hacerlo en lo económico, restituyendo todos los años de pensión de Guerra no abonados por el Estado desde el 14 de junio de 1982 hasta el pago de la primera pensión en 1992, y por sobre todas las cosas promoviendo una inmediata y seria política de salud, para poner fin el constante aumento de los muertos post-Malvinas (que algunas fuentes ubican ya por encima de 400), muchos de ellos por suicidio. Si hay algo que desnuda la política desmalvinizadora de Estado aplicada hasta la fecha, es la muerte por suicidio de nuestros héroes veteranos de la guerra de Malvinas.
Sres. Diputados: hemos procurado brindar a los Sres. Legisladores elementos para que obren en beneficio del conjunto de los intereses del pueblo y la Nación argentina. Las consideraciones que merecen nuestros ex soldados combatientes en Malvinas, y que deben ser extendidas a la totalidad de los Veteranos, las compartimos como creemos lo hacen todos los argentinos. Al mismo tiempo, urge brindar los mejores argumentos, para garantizar la mejor satisfacción de los derechos de los veteranos de guerra conculcados u omitidos, y que ellos refuercen decididamente la defensa de los intereses soberanos comprometidos por la ocupación militar colonialista que el Reino Unido de Gran Bretaña ejerce sobre tierras y mares de indudable soberanía nacional, atentando también contra nuestros derechos sobre el sector Antártico y amenazando el propio territorio continental argentino.
De ahí que consideramos que sería conveniente reformular algunas consideraciones de dicho proyecto de Ley tanto en su articulado como en sus fundamentos, para obtener el mejor instrumento jurídico no solo en el reconocimiento material que los Sres. Legisladores procuran para los ex soldados combatientes de Malvinas, sino para la defensa consecuente de nuestra soberanía.
Poniéndonos a disposición de los Sres. Legisladores, los saludamos con la más profunda consideración.

FORO PATRIÓTICO Y POPULAR
Virginia del Valle Martínez de Philippeaux, Presidente

Comisión Ejecutiva: Vcdro. (R) Horacio Ricciardelli (VGM), Santiago Tettamanzi (VGM), Eduardo Mariano Lualdi, Ing. Hernán Scalabrini Ortiz.

Consejo Nacional: Virginia del Valle Martínez de Philippeaux, Dr. Julio C. González, Lic. Santiago Tettamanzi (VGM), Dr. Horacio Micucci, Ing. Hernán Scalabrini Ortiz, Vcdro. (R) Horacio Ricciardelli (VGM), Luis Gracilazo (VGM), My. (R) Jorge Manuel Vizoso Posse (VGM), José Parada (VGM), Lorenzo Rodríguez (VGM), Lic. César Sosa Padilla Álvarez, Dr. Humberto Marioni, Dr. Alberto González Arzac, Dip. Nac. (MC) Antonio Pereira, Dip. Nac. (MC) “Lolo” Gómez, Dr. Norberto Acerbi, Alberto Gerverof, Eduardo M. Lualdi
Instituto de Estudios Nacionales: Consejo Académico: Dr. Julio C. González, Dr. Horacio Micucci, My. (R) Jorge Manuel Vizoso Posse (VGM), Dr. Humberto Marioni, Lic. César Sosa Padilla Álvarez, Ing. Eduardo Rabei, Lic. Juanita Varela, Dr. Néstor Forero.

Fundador y Primer Presidente: Tte. Cnel. (R) Don Adolfo C. Philippeaux
Fundador y Primer Vicepresidente: Sub. My. (R) Don Marcelino Bienvenido Sánchez
Miembros honorarios: Dr. Carlos Infante, Jorge Eneas Spilimbergo



/1/ Extractos de la documentación oficial de las Naciones Unidas
La guerra de Malvinas: una causa nacional, latinoamericana y antiimperialista
Intervención del Delegado de la República de Venezuela.
Decía así, (el Sr. Matos):
“La Causa de las Malvinas no es la causa del gobierno argentino, ni de la oposición; ni de los militares, ni de los civiles, ni de los partidos políticos, ni de los sectores empresariales, ni de los sindicatos.
La Causa de las Malvinas es la causa de todo la Nación Argentina “.
Y continuaba en otro párrafo:
“La Causa de las Malvinas es la causa del continente latinoamericano “.
Y el delegado venezolano terminaba su exposición, diciéndole al Presidente de la Asamblea General:
“Señor Presidente: Las Malvinas son argentinas “.
Noviembre 1982
Asamblea General de las Naciones Unidas
Intervención del Delegado de la República de Venezuela.

Intervención del Representante de la República de Bolivia.
Decía así, (el Sr. Ortiz Sanz):
“Es lamentable tener que admitir que, en el caso de las Islas Malvinas, y en la legítima y larga gestión de la República Argentina para obtener su devolución, se ha producido una frustración internacional.
Desde hace muchos años, la República de Bolivia ha expresado en forma enfática y en todos los foros, su más firme apoyo al reclamo argentino, coincidiendo en esta materia con la posición casi unánime de la América Latina y del Tercer Mundo, opuestos por principio a formas anacrónicas y persistentes de inaceptable colonialismo.
Bolivia reitera en este momento dicho apoyo.
La línea de principio que ha seguido la Argentina a lo largo de las negociaciones tiene un carácter inobjetable, igual que es inobjetable el deber de la comunidad internacional en contribuir por todos los medios adecuados al restablecimiento de la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas.
Ese es el verdadero y definitivo recurso para el mantenimiento de la paz en el Atlántico Sur. “
3 de Abril de 1982
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
Intervención del Representante de la República de Bolivia

Intervención del Representante Permanente de la República del Brasil.
Decía así (el Sr. Correa da Costa):
“Para el Brasil, las Islas Malvinas fueron, son y serán siempre territorio de la hermana República Argentina, cualquiera sea el resultado inmediato del presente conflicto.
El Secretario General de las Naciones Unidas llegó tan cerca de conseguir un acuerdo que es tanto más que lamentable que una de las partes, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, haya decidido interrumpir unilateralmente las negociaciones, optando por una acción militar, mientras que la otra parte, la República Argentina, jamás cesó de manifestar su clara disposición de buscar una solución diplomática.
Esa posición no negociadora del Reino Unido está reflejada en las actas de este Consejo de Seguridad.
El Brasil sigue convencido de que el destino del Atlántico Sur solo puede hallarse en la cooperación entre los países ribereños en desarrollo de la América Latina y Africa.
En la crisis actual, por lo tanto, deben apartarse todas las soluciones que no contribuyan a este objetivo, o que atraigan al Atlántico Sur actividades o intereses que son ajenos a la región.
2 de Junio 1982
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
Intervención del Representante de la República del Brasil.

Intervención del Representante Permanente de la República de Colombia
Decía así (el Sr. Saenz):
“La causa de la Argentina en su legítimo propósito de recuperar una parte del territorio que le corresponde en derecho, es la Causa de América Latina.
Si Colombia defiende la causa argentina en el caso de su reclamación al Reino Unido es porque está consciente de la existencia de los justos títulos que la habilitan en su aspiración de ejercer plena soberanía en el territorio objeto de la confrontación.
Siendo legítimos los títulos de la Argentina sobre las Malvinas, no sería procedente dejar en manos de quienes la ocuparon por la fuerza, la suerte y el destino de un territorio cuya soberanía es objeto del conflicto. Ello significaría la aceptación de un procedimiento espurio para legitimar el uso de la fuerza.”
3 Noviembre 1982
Naciones Unidas, Asamblea General
Intervención del Representante de la República de Colombia

Carta dirigida al Secretario General, por el Representante Interino de la República de Costa Rica.
Extractamos algunos de sus párrafos:
El gobierno de Costa Rica declara que es indispensable terminar con todo vestigio del colonialismo en América, y en el mundo entero...
Consecuentemente, reconoce la justicia de la reclamación de Argentina a ejercer la soberanía en las Islas Malvinas...
Lamenta que no fructificaran las gestiones mediadoras de los Estados Unidos y Perú, y que el primero de esos países recurriera posteriormente a procedimientos ajenos a la Organización de los Estados Americanos.
Costa Rica hace ver a Gran Bretaña y a cualquier otra potencia, que repudiará vigorosamente toda acción que afecte la soberanía y la integridad del territorio continental de la República Argentina, lo mismo que todo el territorio de América.
17 Mayo 1982
Naciones Unidas
Carta del Representante Interino de la República de Costa Rica.

Intervención del Representante Permanente de la República de Cuba.
Decía así, el Sr. Roa Couri:
Hace poco más de una semana, el Presidente Fidel Castro dirigía un mensaje urgente a los Jefes de Estado de los Países No Alineados, diciendo: “Existe la posibilidad real que en las próximas horas el gobierno de Gran Bretaña, con el apoyo y la cooperación de los Estados Unidos, lance sus fuerzas aéreas y marítimas en nuevos actos de agresión de gran envergadura contra la Argentina, estando próxima a alcanzar su etapa más dolorosa y criminal una guerra colonial, que por su carácter y evolución, las potencias imperialistas tratan de convertir en una lección para todos los países del Tercer Mundo que, no importa cual sea su régimen político social, defiendan su soberanía e integridad territorial”.
Y más adelante continuaba el Sr. Roa Courí:
Cuba repudia esa agresión intolerable y reitera su solidaridad con el pueblo argentino, que combate en defensa de su soberanía.
Esta es la hora de la solidaridad latinoamericana. La Causa de las Malvinas es la Causa del pueblo argentino, y por lo tanto, la causa de la América Latina y el Caribe.
Es necesario detener la agresión e imponer el derecho. Todos los pueblos del mundo tienen el deber de apoyar a la Argentina en su combate por la soberanía, contra la guerra colonial que pretende imponerle quienes en las últimas centurias, mordieron ya el polvo de la derrota en repetidos intentos de hollar la patria de San Martín.
22 Mayo 1982
Naciones Unidas, Consejo de Seguridad
Intervención del Representante de la República de Cuba

Intervención del Delegado de la República Dominicana.
Decía así:
Una vez más es tema en esta Asamblea General la ‘Cuestión de las Islas Malvinas’, asunto éste muy caro y sensible para todos los países Latinoamericanos que hoy nos hemos reunido para patrocinar un proyecto de resolución que, resulta muy propicio destacar, no es un proyecto argentino sino latinoamericano.
El problema de las Islas Malvinas es un

 
Fuente: FORO PATRIOTICO Y POPULAR
 
 

 
 
 
 
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